Presento uno de los posibles 'miniensayos' como modelo o pauta.
EL HUMOR COMO ELEMENTO CLAVE DE LA NOVELA
A pesar de su fama de tétrica, obsesiva, claustrofóbica y angustiada, la literatura del escritor checo es la más brillante constatación de que, en este siglo, sólo el humor nos salva. Porque Kafka es, antes que cualquier cosa, un humorista.
La metamorfosis, su obra más célebre, es así una tragicomedia que empieza como un relato fantástico y se convierte (gracias a la compleja sencillez que practicó Franz Kafka para alcanzar lugares a los que ningún otro autor después que él ha logrado llegar) en una indagación acerca de la culpa, la identidad y la imposibilidad de saber quiénes son los otros, la impotencia que nos suscita el hecho de que ante los otros siempre seremos unos extraños, la certeza de que en el fondo también somos extraños para nosotros mismos.
Si Kafka hubiera querido hacer de Gregorio Samsa un héroe al despertar después de una noche inquietante, habría reparado en que todos los miembros de su familia (y por extensión todos los hombres), se habían transformado en repugnantes insectos a los que no le hubiera quedado más remedio que exterminar. Hubiera estado tan solo como lo está en el texto de su novela, pero al menos no se sentiría culpable de su transformación y tal vez podría considerarse el salvador de la especie. Pero Kafka no necesitaba un héroe sino una víctima que no sabe por qué le ha pasado lo que le ha pasado, pero al que no le queda más salida que la propia inmolación, después del ocultamiento.
Sólo el frío humor kafkiano podía conseguir que esa fábula se convirtiese en uno de los textos imprescindibles del sigloXX: el texto que representa a la literatura de este siglo por su esencialidad, por su vigor, por su poesía sin adornos superfluos. El humor actúa aquí como un cuchillo que nos hace cosquillas justo en el punto donde tememos que se nos acabará clavando. Esa distancia que establece el narrador entre el drama que experimenta Gregor y la tranquilidad pasmosa con que se exponen los hechos, como si fuera la cosa más natural del mundo, supone una vuelta de tuerca que minimiza la tragedia y, por lo tanto, la hace más humana, más cordial y verosímil.
En otras palabras, la técnica de Kafka coincide con lo que, en esa misma época, intentaban con éxito los grandes directores del cine cómico o los pintores expresionistas: exponer los temores y dudas del ser humano desde una perspectiva que diera cuenta de su fragilidad y, al mismo tiempo, dibujara una sonrisa en el rostro del lector o el espectador.
En otras palabras, la técnica de Kafka coincide con lo que, en esa misma época, intentaban con éxito los grandes directores del cine cómico o los pintores expresionistas: exponer los temores y dudas del ser humano desde una perspectiva que diera cuenta de su fragilidad y, al mismo tiempo, dibujara una sonrisa en el rostro del lector o el espectador.
·
CITAS
EL PAÍS
21-ENERO-2011
CITAS
· (pág.9) Se le ocurrió que todo sería muy fácil si vinieran a ayudarle. Dos personas fuertes –pensaba en su padre y en la criada- hubiesen bastado perfectamente; sólo tendrían que meter los brazos debajo de la abombada espalda, sacarle de la cama, inclinarse con la carga y depositarle con cuidado en el suelo. Pese a lo difícil de la situación, no pudo reprimir una sonrisa.
· (pág. 10) Gregor trató de imaginar si no podría ocurrirle alguna vez al apoderado algo parecido a lo que le ocurría hoy a él mismo.
· (pág. 17) El apoderado estaba más cerca de la puerta que los otros y, apretando la mano contra la boca abierta, retrocedía lentamente como si le fuera ahuyentando una fuerza invisible y de efecto continuo.
· (pág 21) La madre corrió de un modo absurdo hacia atrás, sin reparar en la mesa; al llegar junto a ella, se sentó encima, como distraída, y no pareció notar que, a su lado, de la gran cafetera volcada, caía el café a chorros sobre la alfombra. ¡Madre, madre! –dijo suavemente Gregor. Por un instante se había olvidado del apoderado; en cambio, al ver cómo chorreaba el café, no pudo menos de abrir y cerrar varias veces las mandíbulas en el vacío. Al verlo, su madre dio otro alarido, huyó de la mesa y cayó en brazos del padre, que corría hacia ella.
· (pág.44) Así pues, corría delante del padre, se quedaba quieto cuando el padre se paraba, y de nuevo echaba a correr cuando el padre hacía el menor movimiento. Dieron así varias veces la vuelta a la habitación sin que, por su lentitud, aquello tuviera la apariencia de una persecución.
· (pág.54)La familia comía en la cocina. No obstante, el padre, antes de ir a la cocina, entraba en la sala y, con una sola reverencia, gorra en mano, daba una vuelta en torno a la mesa. Los huéspedes se levantaban los tres y murmuraban algo entre dientes. Después, ya solos, comían casi en absoluto silencio. A Gregor le parecía extraño que de los múltiples ruidos de la comida sobresaliera siempre el de los dientes al mascar, como para mostrar de esa manera a Gregor que, para comer, hacía falta dentadura, y que con mandíbulas desdentadas, por magníficas que fuesen, no se podía hacer absolutamente nada “Yo tengo hambre» , decía Gregor para sí, lleno de aflicción, «pero no me apetecen esas cosas. ¡Cómo se alimentan esos huéspedes, y yo, mientras, muriéndome! “.
· (pág. 56) Los huéspedes se enfadaron un poco. Le pedían explicaciones al padre, levantaban también ellos los brazos, se mesaban nerviosos las barbas e iban retrocediendo, pero muy despacio, hacia su cuarto.