viernes, 14 de enero de 2011

4A -"Fortunata y Jacinta" > De la novela al cómic y al cine




El texto que vas a leer relata un encuentro entre Fortunata y Juanito Santa Cruz, mucho tiempo después de que Juanito abandonara a Fortunata tras dejarla embarazada.  


Se fue a su casa, y al día siguiente salió a comprar tela para un vestido. Estuvo en dos tiendas de la Plaza Mayor, tomó después por la calle de Toledo, con su paquete en la mano, y al volver la esquina de la calle de la Colegiata para tomar la dirección de su casa, recibió como un pistoletazo esta voz que sonó a su lado:
    -¡Negra!
    Le miró, y se puso del color de la cera blanca. Él entonces detuvo un simón que pasaba. Abrió la portezuela y miró a su antigua “amiga” como diciendo: “¿Vienes o no? 
    La vacilación duraría como un par de segundos. Y después Fortunata se metió en el coche de cabeza, como quien se tira en un pozo. Él entró detrás, diciendo al cochero:
    -Mira, te vas hacia las Rondas ... paseo de los Olmos ... el Canal.
    Durante un rato se miraban, sonreían y no decían nada. A ratos Fortunata se inclinaba hacia atrás, como deseando no ser vista de los transeúntes; a ratos parecía tan tranquila, como si fuera en compañía de su marido.
    - Ayer te vi ... digo, no te vi... Vi el entierro y me figuré que irías en los coches de delante.
   
Los ojos de ella le envolvían en una mirada suave, cariñosa.
    -¡Ah! Sí! El entierro del pobre Arnaiz. Dime una cosa: ¿me guardas rencor?
    La mirada se volvió húmeda.
    -¿Yo? Ninguno.
    -¿ A pesar de lo mal que me porté contigo?
    -Ya te lo perdoné.
    -¿Cuándo?
    -¡Cuándo! ¡Qué gracia! Pues el mismo día.


 

    -Hace tiempo, nena negra, que me estoy acordando mucho de ti -dijo Santa Cruz con cariño que no parecía fingido, clavándole una mano en un muslo.
    -¡Y yo! Te vi en la calle Imperial... No, digo, soñé que te vi.
    -Yo te vi en la calle de la Magdalena.
    -¡Ah, sí!, la tienda de tubos; muchos tubos.
    Aun con este lenguaje amistoso, no se rompió la reserva hasta que salieron a la Ronda de Toledo. El coche penetraba en el silencio y en la soledad, como un buque que avanza en alta mar.
    -¡Tanto tiempo sin vernos! –exclamó Juan pasándole el brazo por la espalda.
    -¡Tenía que ser, tenía que ser! -dijo ella inclinando la cabeza sobre su hombro. Es mi destino.
    -¡Qué guapa estás! ¡Cada día más hermosa!
    -Para ti toda –afirmó ella, poniendo toda su alma en una frase.



  ACTIVIDAD

    


        En el texto, Galdós dosifica la secuencia  del encuentro con pulso cinematográfico,  desde el chispazo panorámico inicial hasta el final en primer plano. Dibuja el proceso en un story board de seis viñetas que pudiera servir de pauta al director para rodar la secuencia.








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