miércoles, 13 de noviembre de 2013

4A: "La llamada del amor". Homenaje a Jack London

A partir de la noticia de un hombre que vivió con lobos de los cinco a los veinte años, hay que escribir un pasaje paralelo al de "La llamada de lo salvaje" en el que Marcos Rodríguez (el joven-lobo) siga el rastro de una chica con el fin de expresarle sus sentimientos.


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                                             LA LLAMADA DEL AMOR.  


 Para Marcos, vivir en el bosque, alejado de la civilización, era perfecto. Le encantaba correr libremente entre los árboles, esconderse entre los arbustos para dar caza a sus presas y relacionarse con su familia, los lobos. Pero, desde hacía unos días, había algo que le llamaba. Ese algo le despertaba  por las mañanas, como un susurro, y era tan atrayente para él que llegaba a recorrer el bosque más de tres veces seguidas con el fin de encontrar de donde venía.

   
Una mañana, ese sonido le despertó. Nunca lo había oído tan claro, y nunca le había resultado tan familiar. Se adentró en el bosque, siguiendo la llamada, hasta que llegó a un lago escondido entre los árboles. Al alzar la vista, vio a una chica. Estaba refrescándose, de su boca salía aquel sonido. Para Marcos, aquella chica tenía una belleza inigualable; cabello largo y castaño, tez pálida y una figura perfecta. Su canto le atraía tanto que no pudo evitar acercarse más a ella. Cuando la chica le vio, se quedó estupefacta; no sabía quién era ese chico. No le había visto antes en el campamento de verano. Su aspecto era salvaje y descuidado, con el pelo enredado y el cuerpo semidesnudo.


Ella estaba asustada. Marcos empezó a dar vueltas a su alrededor en señal de amistad. Cuando intentó tocarla, ella salió corriendo y Marcos la persiguió, hasta que la chica comprendió que no quería dañarla y paró sofocada.


   -¿Quién eres?- preguntó ella.


Pero Marcos no articuló palabra. Hacía más de diez años que no hablaba. Hizo gestos con las manos para intentar comunicarse, pero ella no entendía nada. Entonces, Marcos aulló como un lobo, y su familia acudió. Ella no se lo podía creer: ¡el chico pertenecía a la manada de lobos!


Marcos la cogió en brazos y se perdieron por el bosque. Se comunicaban a través de gestos como caricias o ciertos sonidos que los dos entendían. Al cabo de unas horas, la chica decidió volver al campamento, y Marcos volvió con los lobos.



Laura Barajas

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11 comentarios:

  1. LA LLAMADA DEL AMOR

    El sonido del viento, junto con el de los conejos que huían , llenaba el ambiente sensaciones de intranquilidad. La razón era por la presencia de los lobos acompañados de un hombre que habitaba en el bosque desde que abrió los ojos por primera vez. Esta impresión de angustia sucedía cada mañana en cuanto los lobos comenzaban sus jornadas diarias.

    Aquel día soleado, de los tantos que caracterizaban al área, el hombre pescaba en uno de los ríos cercanos de la manada, hasta que oyó crujir las hojas y voces extranjeras para su oído. Se acercaba lentamente sin ruido alguno con el objetivo de observar a una mujer que cargaba varias maletas llenas de materiales científicos. La joven, llamada Lindsay, había sido enviada por la agencia de investigaciones a esta zona, dado que empezaron un proyecto acerca de los lobos salvajes.

    Después de un largo periodo de tiempo, Lindsay encontró el lugar perfecto para colocar todos sus instrumentos esenciales a fin de comenzar su trayecto planeado. El hombre detectó el olor de la joven, por lo tanto siguió sus pasos evitando que Lindsay se percatase de ello.

    Al rato, él sintió que se aproximaba un grupo de lobos hacia la mujer, pero teniendo experiencia con ellos, consiguió alejar Lindsay del peligro que le esperaba y mientras, se ocupaba de gruñirles.

    Lindsay, sorprendida de la situación, careció de palabras. Su corazón latía apresuradamente y apenas podía respirar. El hombre enfrentó sus miedos y empezó a tranquilizarla. Su manera de hacerlo era acercando sus manos hacia la cabeza del lobo más cercano. Lindsay notó por primera vez en su vida sentimientos amorosos hacia los lobos que mucho hablaban de ellos.

    Respecto a lo ocurrido, Lindsay vio que el hombre no le comprendía y algo diferente tenía en su interior. Por ello, le vino una idea fantástica para poder comunicar con él. Empezó con unos gestos de manos que había aprendido en la escuela, pero vio que eso no funcionaba, entonces intentó aullar con movimientos imitando a los lobos, y en esa vez el hombre la entendió. De esta manera, Lindsay enseñaba al hombre, que más tarde le llamó Mark, actuar y hablar como una persona normal.

    Lindsay estudió de Mark que vivir cerca de los lobos es la mejor manera de entenderlos y basó su proyecto en esta observación. Sin embargo, le fascinaba que Mark consiguiera hablar como ella en breve tiempo.

    Una de las noches, en la que Lindsay organizaba sus maletas para su vuelta hacia la ciudad, Mark sintió una gran atracción hacia la joven, y en un instante, la propuso que se casase con él. Lindsay, con una inmensa felicidad que llenaba su cuerpo, aceptó al punto con el alma henchida de la ilusión.

    Un par de días después ambos descendían la ladera de la montaña. Se acomodaron en una casita en el centro, aquello hacia que el vocabulario de Mark se desarrollase. Pero al cabo de las semanas, una melancolía se apoderó de su ser. Echaba de menos a los lobos. Lindsay se dio cuenta y decidió que se mudarían a las afueras, lo mas cerca posible de su familia cuadrúpeda.

    Los años pasaban y Mark cambiaba progresivamente. Ahora era todo un caballero educado y hablador. Mark nunca había imaginado que una persona pudiera cambiar completamente su vida.

    Hanin Mohamed 4ºA

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  3. LA LLAMADA DEL AMOR
    Marcos era un joven de 18 años, nacido en un pequeño pueblo, donde pasaba la mayor parte del día en el campo, relacionándose con la naturaleza y todo lo que ella le ofrecía, y que al parecer era su única amiga. Marcos era diferente a los demás chicos de su edad, no se juntaba mucho con la gente y a penas se escuchaba su voz por el pueblo, lo que le daba la imagen de un chico tímido. No es que lo fuese, sino que él había adoptado su propia forma de comunicarse, mediante gestos, apenas formulando alguna frase, sólo cuando lo veía preciso. También hay que decir que no tenía un léxico muy amplio.

    En el pueblo destacaba por su sorprendentemente buena relación con los animales, y a veces llegaba el punto en el que parecía uno más. De alguna manera, este joven se estaba animalizando. Por las tardes le gustaba envolverse en el rico aroma del bosque y explorar sus diversos territorios, comunicándose con los lobos, grandes amigos suyos, y otros animales, que le trataban como a un miembro más de la mandada.

    Un día salió como de costumbre , y emprendió un largo paseo por lo que ya consideraba sus tierras. Sin embargo, algo le era diferente aquel día. Se sentía inquieto y deseoso de averiguar qué era lo que le causaba aquellas sensaciones. Inconscientemente, en las profundidades del bosque, “la misteriosa llamada” le esperaba y le atraía como un imán, acelerando su corazón y haciéndole sentir un extraño efecto en el estómago, el cual nunca había experimentado antes.

    Al principio pensó que se trataba de que su estómago le pedía comida, pero tras varias horas de trayecto, se dio cuenta de que sus sospechas eran erróneas. No pudo evitar fijar sus ojos en una muchacha rubia y hermosa de unos 19 años, que se encontraba sentada a orillas del río. Cuando ella notó su presencia, le miró y los dos se fundieron en una profunda mirada amistosa que transmitía dulzura y cariño.

    No hizo falta palabra alguna para que los dos comprendiesen qué era aquello que tanto les atraía, era tan sencillo como que estaban enamorados. A pesar de que nunca antes se habían encontrado, era como si se conociesen de otra vida, y su destino fuese reencontrarse y estar juntos para siempre. Marcos no era un chico muy llamativo, de hecho su forma andrajosa de vestir producía rechazo para muchas mujeres, pero para aquella joven llamada Ana, aquello la era indiferente. Ella veía más allá de su apariencia . Le llamaba la atención su forma de ser, su habilidad para desplazarse de un lugar a otro con sigilo y rapidez, su bondad y su carácter sereno.

    Los dos, tan enamorados, ya planeaban su futuro en una casita de madera en las entrañas del bosque, e incluso Marcos se visualizó formando una familia feliz junto a su amada. El apenas articulaba palabra y le costaba mantener una conversación fluida con Ana, ya que tantos años de soledad en los bosques le habían hecho empobrecer su habilidad para comunicarse. A pesar de ello, fue mejorando gracias a Ana. Ellos se entendían a la perfección, compartiendo algo muy importante para ambos, el amor por la naturaleza.
    Laura Muñoz.

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  4. LA LLAMADA DEL AMOR

    Marcos Rodríguez Pantoja nació el 7 de junio de 1946 en Añora, un pueblo Andaluz de Sierra Morena. Era el menor de tres hermanos de una familia pobre en plena postguerra. Al morir su madre, su padre se juntó con otra mujer. Y dejó a dos de sus hijos con unos parientes, pero Marcos fue vendido o entregado a un pastor, Damián. Con él aprendió a cuidar las cabras, cazar y hacer fuego, pero no tenía apenas relación con su “dueño”.
    Tan solo con siete años, al morir el pastor, Marcos se quedó solo en el monte, como un animal tirado. Consiguió vivir en una cueva, cazaba y comía todo tipo de bayas silvestres. También se familiarizó con una manada de lobos y logró ser el “líder” del grupo. Vivió con ellos varios años, hasta que un día, cuando iba persiguiendo a un ciervo para darle caza, vio una chaqueta roja detrás de unas ramas de encina. Se olvidó del animal e intentó descubrir qué se hallaba tras los matojos. Resultó ser una chica de unos 18 años. En aquel momento pensó que estaba soñando, aunque estaba equivocado. Ella, al descubrir al “ser” del monte, se llevó un gran susto pero no dejó de mirarle ni un instante. A pesar de todo le gustaban sus ojos color miel y su sonrisa le parecía atractiva. Los dos intentaron comunicarse entre ellos con señas y gestos porque Marcos no entendía muy bien su lenguaje. Marcos se acercó a ella lentamente para no asustarla y la acarició la mano. La llevo después con él a la cueva donde vivía. Todo lo tenía muy ordenado, tanto que no parecía una caverna. Poco a poco Lucía le iba hablando y él mantenía esas palabras que ya una vez formaron parte de su lenguaje, lo que le causaba una sensación especial.
    Convivieron juntos dos meses entre las rutinas de Marcos: cazar, recolectar, pescar, bañarse en el río y dormir junto a la manada de lobos. Cuando Marcos fue capaz de comunicarse suficientemente bien, los dos tuvieron una conversación bastante larga. Lucía le contó todas sus anécdotas y hechos de su vida.
    Ella era una niña cuando sus padres murieron por un accidente de coche, el resto de sus familiares vivían en Francia y no podían hacerse cargo de ella. Vivió varios años con unas monjas. Al cumplir los 18 decidió irse y se instaló en un pueblo de Córdoba. Pero a los pocos días de estar allí, un señor encapuchado la secuestró y la trasladó a una de sus casas de campo. Lucía estuvo encerrada tres días, lo pasó fatal y sufrió mucho pero al final logró escapar. Permaneció dos días huyendo monte arriba hasta que se encontró con Marcos que cambió su vida. Marcos se emocionó al escuchar la historia. Por primera vez en muchos años descubrió que las lágrimas volvían a sus ojos.
    Pasaron los días y todo era perfecto, pero Lucía quería volver a la civilización a pesar del miedo que tenía todavía en el cuerpo. Para Marcos eso era una decisión muy dura ya que tenía una gran relación y amistad con los animales y el campo. El amor hacia la chica al final le hizo ceder. Vivieron en una casa rural no muy lejos de la ciudad y cada fin de semana Marcos y Lucía subían al lomo de la montaña para visitar a los lobos. Al cabo de unos meses sus aventuras aparecieron en los periódicos como una historia increíble.

    Alfonso Muñoz

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  5. LA LLAMADA DEL AMOR

    Parte 1
    Marcos, un joven de tan solo 17 años, había pasado su infancia viviendo solo en el bosque, ya que fue vendido a un pastor de la zona y tras la muerte de éste se quedó sin ninguna compañía. Era un chico alegre y muy inteligente que se las sabia arreglar solo y así poder llevarse algo de comer a la boca cada día. Aprendió a cazar conejos con trampas construidas con sus propias manos, comía bellotas y cualquier fruta que creciera a lo largo del año. Pasaba los días y las noches rodeado de animales; zorros, conejos, liebres, corzos, lobos… A estos últimos les tenía especial cariño, incluso aprendió a aullar como ellos sin ninguna dificultad. Los lobos le querían y le aceptaron como uno más en la que era su manada. Marcos ya tenía una familia, por fin la había encontrado.

    Cada mañana se despertaba abrazado a una cría de lobo, que le arropaba con su cálido pelaje todas las noches. Marcos se sentía como uno de ellos, era uno de ellos. Al llegar la primavera, Marcos se sentía como uno de ellos, era uno de ellos. Al llegar la primavera, Marcos disfrutaba de largos paseos por el bosque y el río donde iba a pescar todas las mañanas. En esa época del año la naturaleza explosionó con un color diferente al de los demás años , se mezclaban todo tipo de colores desde los tonos verdosos más oscuros hasta los amarillentos más claros. Marcos nunca perdía la esperanza y sabía que tal vez él no fuera el único humano que habitaba aquel bosque desde hacía años.

    Cada día parecía menos humano y más animal, el bosque, los lobos, todo aquello le había transformado en otro hombre. Alguien diferente, sí.

    Esa noche, Marcos no conseguía dormir. Podía escuchar un leve sonido a lo lejos, e inquietante, decidió salir y averiguar que era aquello que oía. Por el camino pensó en diversas cosas que se le venían a la cabeza, como un animal extraño, el viento, un cazador… Después de media hora andando se dispuso a pararse y descansar un rato. Se sentó bajo un árbol grande, donde se quedó dormido hasta notar que una suave mano le acariciaba alguna de las heridas que tenía por el cuerpo con delicadeza.

    Se despertó y no vio a nadie a su lado, pero sí en la distancia notó como una muchacha de unos 17 años le observaba y sonreía al mismo tiempo. Marcos se acercó a ella y los dos se miraron como extraños, pero ella solo le dijo su nombre, Clara.

    Por fin alguien como él. La joven quedó sorprendida al intentar hablar con Marcos. Él apenas hablaba correctamente y hacía sonidos que ella no había escuchado jamás. Humilde, tierno, cariñoso, gracioso, diferente…así le describía Clara. Marcos tenía el presentimiento de que se conocían de antes y así era. Ahora se acordaba de ella, aquella niña con dos largas trenzas rubias y de ojos verdes que jugaba con él en el parque del pueblo donde vivían. Sí, erra ella, de eso estaba seguro.

    Raquel Muñoz López

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  6. Parte 2
    Clara le contó que con 10 años se había enterado de que él ya no estaba en el pueblo y empezó a buscarle desesperadamente por todas partes. Al principio pensó que Marcos estaría escondido en algún lugar donde solían jugar, pero más tarde se enteró de lo que le había sucedido. Clara se pasó la noche contándole a Marcos sus días sin él y todo lo que había sucedido desde que él ya no estaba, Marcos la escuchaba con atención y a veces alguna que otra lagrima recorría su mejilla hasta ser limpiada por las manos de Clara que le sonreía mostrándole que todo iría bien. Así Marcos comprendía todo lo que ella quería decirle.
    Ambos estaban locos el uno por el otro desde pequeños y cada uno lo demostraba a su manera, como podían. Se entendían con una simple mirada o una pequeña sonrisa. Clara, le enseñó a hablar de manera correcta y fluida, y ella aprendió a pescar y a cazar. Los dos aceptaban los defectos del otro y de esta forma permanecieron juntos durante muchos años.
    Cada noche, Marcos recordaba cómo había empezado todo, lo dura que había sido su vida hasta que apareció Clara aquella noche. Nunca sintió lástima de sí mismo, ni de lo que le había pasado durante todos aquellos, sino que eso le hacía más fuerte. Se alegraba de ser Marcos el lobo solitario, ahora no tan solitario.

    Raquel Muñoz López

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  7. Una noche, Marcos estaba durmiendo y se despertó sobresaltado con el corazón latiéndole con fuerza, porque el sexto sentido que había desarrollado en el monte le decía que había una presencia cerca de él. Era un sonido que nunca antes había escuchado.
    Se levantó de un brinco y silenciosamente se fue acercando, con todos sus sentidos puestos en la figura desconocida. Al llegar a un claro que había entre los árboles se encontró con una mujer, de pie, con la mirada perdida y emitiendo un débil gemido que enseguida cesó al notar la presencia de Marcos.
    Entonces él salió hacia el claro con precaución, con un gesto desafiante porque no sabía qué hacía ella allí, pero a la vez amistoso. De pronto ella huyó y Marcos la persiguió por el bosque hasta que no tuvo salida y se sintió acorralada. Se la veía nerviosa, pero Marcos sólo se acercó amigablemente. Ella, desconfiada y temerosa, echó a correr otra vez, pero él siempre la cogía. Al final, la mujer se dio cuenta de que no quería hacerle daño y se acercaron el uno al otro para conocerse mejor. Se hicieron amigos y estuvieron jugueteando tímidamente. Dieron un paseo por el nacimiento del río, y luego bajaron por una colina hacia otro bosque.
    Ella le contó que se llamaba María. Marcos estaba contentísimo; tras tantos años solo en el monte, únicamente acompañado por los lobos, había encontrado a alguien de su misma especie, a una mujer. Tenía un vago recuerdo de otras personas de cuando era pequeño, y de haber oído ruidos similares al gemido de María. Ahora tenía por fin a una amiga con la que podía compartir todo lo que él hacía habitualmente cuando estaba solo, y ella podía también enseñarle cosas. Estaban hechos el uno para el otro.

    Alberto Cantarero de Juan

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  8. LA LLAMADA DEL AMOR
    Marcos vivía en el bosque, en un escondrijo al que él llamaba casa, escondida al lado de una extensa llanada con tulipanes, rosas, de un aroma fresco.
    El era un niño, abandonado, solo, en el bosque. Se despertó rápidamente una de las noches, escuchó una voz familiar, la voz de una mujer, que aunque apenas había vivido en la civilización, sabía diferenciar ese sonido. Se levantó y empezó a andar hacia donde provenían los gritos, la voz de la mujer. Cruzó unos cuantos árboles hasta que llegó allí, una chica con ropa fabricada con pieles. Ella se sorprendió y comenzó a correr, adentrándose en el bosque. Marcos la siguió hasta que consiguió acorralarla, el no la quería hacer daño, pero ella, indecisa, consiguió escapar y otra vez empezó a perseguirla. Volvió a acorralarla, pero se escapó de nuevo, así continuaron un rato.
    La chica, finalmente, al ver que Marcos no tenía intención de atacarla o hacerla daño se acercó a él y le observó detenidamente, hasta que surgió una amistad entre ellos, comenzaron a perseguirse el uno al otro, jugando, hasta que los dos acabaron algo cansados y fueron a un riachuelo donde beber agua. Marcos se sentó al lado de la chica, pero se acordó de algo, había dejado todas sus pertenencias, aunque fueran pocas y su escondrijo solos, al acecho de otros animales o personas.
    Se levantó y se fue por donde había venido, a su casa. Al llegar, rápidamente, observo detenidamente si todo estaba en su sitio, si nadie había entrado, se echó a dormir al ver que no. Durante la noche, escuchó un ruido en el exterior, era ella, le había seguido cuando se fue a comprobar si su casa había sido habitada por unos minutos. Marcos se despertó definitivamente y miró si había alguien o algo, la vio y la invitó a dormir en su casa, resguardada del frio , protegida por Marcos, y sus lobos. Finalmente, Marcos y la chica convivieron durante bastante tiempo en ese escondrijo. Marcos apreciaba a la chica, por fin había encontrado a alguien con quien compartir sus vivencias, su vida. Marcos la llamó Tulipán.
    Iván Chairi Ruiz

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  9. Marcos caminaba tranquilamente por el bosque. Le gustaba dar paseos junto a los animales y vagar plácidamente por el que era su hogar. Eran las cuatro de la tarde, hacía calor, debido a que era verano y Marcos estaba sudando.

    De pronto, Marcos oyó pasos y el crujido de hojas que ya habían empezado a secarse. Se escondió detrás de un arbusto, esperando lo que, después sería para él una sorpresa. Cerca había un claro, y ahí estaba lo que sacaría a Marcos de su vida salvaje, una mujer. Era delgada y menuda, de pelo liso y castaño y ojos grandes. Estaba perdida y asustada.

    Marcos la vio desde detrás del arbusto y comenzó a andar en la dirección en la que la chica se encontraba. Al acercarse a ella, Marcos iba reproduciendo pequeños monosílabos como muestra de terror y desconfianza.

    De repente, sus miradas se entrelazaron y un inmenso silencio inundó el lugar. La mujer hizo amago de correr, pero Marcos salió en su búsqueda. Tras varios minutos, logró alcanzarla. La mujer se quedo paralizada. Él se acercó a un palmo de su cara. Ella tenía a un ser extraño y salvaje delante y no huía, no sabía por qué. La mujer le dijo su nombre esperando una respuesta, se llamaba Rosa. Marcos respondía con gruñidos y gemidos. Afortunadamente, los lobos llegaron y rompieron el momento de tensión entre Marcos y Rosa. Ella supuso que una persona que vivía con animales y los cuidaba como a una familia no podía ser mala persona y decidió llevárselo de la mano a dar un paseo.

    Más tarde, encontraron la salida del bosque y siguieron caminando hasta el pueblo en el que ella vivía.

    Raúl Moya Martín 4ºA

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  10. Marcos fue a ver de dónde provenía aquella voz. Le era familiar porque le parecía haberla escuchado antes al aproximarse a uno de los pueblos cercanos. Marcos fue hacia la voz y al llegar al riachuelo la vio; era aquella hermosa mujer a la que había oído hablar en uno de los pueblos.

    La mujer estaba dando un paseo por el campo e iba cantando. Aunque Marcos no se acercó mucho, la mujer lo vio y empezó a correr asustada, Marcos corrió tras ella y al llegar a su lado le hizo ver que no la iba a hacer daño; pero aún así la mujer siguió corriendo. Al final, Marcos pudo conseguir que la mujer parara y ella le dijo que la dejara en paz. Marcos no la entendió, pero le hizo una caricia para que viera que no iba a hacerla daño. La mujer se extrañó al ver a aquel hombre que no sabía hablar y por lo tanto no podía entenderla. Ella trató de llevarle hacia el pueblo, pero estando ya cerca Marcos se dio media vuelta y empezó a andar hacia la cueva donde vivía con los lobos. La mujer lo paró e intentó decirle que tenía que arreglarse y aprender a hablar como los humanos; sin embargo, Marcos no entendió nada y siguió su camino hacia la cueva.

    Al día siguiente, volvió a oír aquella voz, aquella canción que provenía de la mujer y fue otra vez a encontrarse con ella. Esta vez la mujer llevaba un cesto con ropa en su brazo y al ver a Marcos le pidió que se acercara con un gesto. Cuando Marcos estaba ya al lado de la mujer, ella le tendió la ropa que llevaba en el cesto y le dijo cómo se la tenía que poner. Marcos, aunque desconcertado, al ver aquellos trapos empezó a seguir las indicaciones de la mujer y cuando acabó de vestirse se parecía mucho más a un humano. Le parecía incómodo ir con esa ropa, pero aún así no se la quitó. La mujer le hizo ver que estaba muy contenta, y el dijo adiós con la mano. Marcos se quedó sorprendido por lo que le había dado esa mujer y decidió que al día siguiente él iría a esperarla en el riachuelo.

    Al día siguiente, la mujer se volvió a presentar allí, Marcos se acercó a ella y la mujer empezó a hablarle en aquel idioma que él no entendía. Primero le dijo “¡hola!” y le dijo lo que significaba con un gesto. Después le hizo otro gesto para que él lo repitiera y así pasaron unas horas, intentando aprender algunas cosas de aquel idioma desconocido para Marcos.

    Todos los días Marcos se encontraba con aquella mujer y todos los días iba aprendiendo a hablar mejor y a saber qué significaban las palabras que aprendía. Poco a poco se fue creando un vínculo entre él y la mujer, cada vez se entendían mejor ya que todos los días Marcos iba aprendiendo más palabras y cómo usarlas para hablar correctamente.

    Un día la mujer le quiso llevar al pueblo, pero Marcos no estaba seguro de si debía abandonar a su familia de lobos y aceptar a una familia de humanos; no sabía cómo eran en realidad, pues él sólo conocía a aquella mujer; no obstante, decidió ir al pueblo. Pero antes tenía que despedirse de su familia, aunque esa no era una despedida definitiva, él siempre estaría allí para lo que necesitaran sus hermanos, le habían hecho compañía durante gran parte de su vida y ahora no iba a abandonarlos. Cuando llegaron al pueblo la gente empezó a comentar quién era ese hombre, de dónde venía o si iba a vivir con ella. Esos rumores no duraron mucho porque la mujer les presentó a Marcos a la gente del pueblo y Marcos pronto fue conocido en todos los pueblos cercanos. Él se llevaba bien con la gente aunque prefería estar solo o con María, su futura mujer, con la que se casó un año después de su primer encuentro en el bosque.

    Alba Álvaro De Mingo

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  11. Una noche, Marcos estaba durmiendo y se despertó sobresaltado con el corazón latiéndole con fuerza, porque el sexto sentido que había desarrollado en el monte le decía que había una presencia cerca de él. Era un sonido que nunca antes había escuchado.

    Alberto Cantarero de Juan 4ºA

    Se levantó de un brinco y silenciosamente se fue acercando, con todos sus sentidos puestos en la figura desconocida. Al llegar a un claro que había entre los árboles se encontró con una mujer, de pie, con la mirada perdida y emitiendo un débil gemido que enseguida cesó al notar la presencia de Marcos.

    Entonces él salió hacia el claro con precaución, con un gesto desafiante porque no sabía qué hacía ella allí, pero a la vez amistoso. De pronto ella huyó y Marcos la persiguió por el bosque hasta que no tuvo salida y se sintió acorralada. Se la veía nerviosa, pero Marcos sólo se acercó amigablemente. Ella, desconfiada y temerosa, echó a correr otra vez, pero él siempre la cogía. Al final, la mujer se dio cuenta de que no quería hacerle daño y se acercaron el uno al otro para conocerse mejor. Se hicieron amigos y estuvieron jugueteando tímidamente. Dieron un paseo por el nacimiento del río, y luego bajaron por una colina hacia otro bosque.

    Ella le contó que se llamaba María. Marcos estaba contentísimo; tras tantos años solo en el monte, únicamente acompañado por los lobos, había encontrado a alguien de su misma especie, a una mujer. Tenía un vago recuerdo de otras personas de cuando era pequeño, y de haber oído ruidos similares al gemido de María. Ahora tenía por fin a una amiga con la que podía compartir todo lo que él hacía habitualmente cuando estaba solo, y ella podía también enseñarle cosas. Estaban hechos el uno para el otro.


    Alberto Cantarero de Juan 4ºA (Correción)

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